Actualmente, más de mil millones de usuarios en todo el mundo utilizan Internet, y miles de millones se encuentran conectados gracias a éste y a las conexiones inalámbricas. Si a esto añadimos el desarrollo de la web 2.0, el despliegue de esta capacidad de comunicación llegaría a ser casi total.
La web 2.0 está obligándonos a transformar nuestra manera de comunicarnos. Cada vez más, las personas expresan sus ideas de forma activa en este mundo de comunicación digital, más que consumir los productos de forma pasiva, tal y como ilustra la expresión "contenido generado por los usuarios"
Estamos inmersos en una revolución tecnológica y mediática cuya materia prima es la información, al igual que en la primera revolución se sustentaba en la máquina de vapor y la segunda en la electricidad. Es decir, se ha pasado de un modelo de desarrollo donde el principal valor era tangible a un valor intangible como es la información y el conocimiento y cuya característica más relevante es la abundancia.
Las ventajas de la nueva sociedad del conocimiento que viene de la mano de esta revolución de la información y las comunicaciones, son evidentes, pero surge la demanda de nuevos modelos profesionales, académicos, de la Administración, el ocio, la cultura, las leyes...
BRECHA DIGITAL
Una discusión sobre el estado actual de la sociedad de la información debe incluir consideraciones sobre la globalización, es decir, sobre el hecho de que eventos que ocurren en una parte del mundo pueden ser causados por eventos que ocurren en otras partes, y al mismo tiempo influir en ellos.
Así que nuestro entorno está siendo reconstruido continuamente en un proceso que recibe influencias de todos los rincones del mundo. Esta conectividad también genera procesos de inclusión y de exclusión. De acuerdo con Castells (1999), la "lógica estructural de la era de la información es portadora de semillas de un nuevo barbarismo fundamental".
Las áreas de la sociedad de la información que no son estructuralmente pertinentes constituyen lo que Castells llama el "Cuarto Mundo". Los procesos de globalización ligados al nacimiento de la sociedad de la información, incluyen también al cuarto mundo.
La dinámica de la globalización es compleja: al mismo tiempo que nos agrupa mediante una nueva red de interconexiones, nos estamos separando. Así, mientras en algunas partes del mundo la conectividad trae consigo la participación en los procesos importantes dentro de esta sociedad, también cierra el acceso a la participación de diferentes personas en lo que se valora como central en esta misma sociedad.
La interacción entre lo global y lo local es un juego que conecta muchas partes del mundo en una red y simultáneamente excluye regiones y personas de comunidades y países específicos. El cuarto mundo no solamente incluye grandes porciones de los países en desarrollo (África, Latinoamérica y la mayor parte de Asia), sino que se ha extendido a grandes porciones de Europa, EEUU, Japón y Australia. La inclusión y exclusión en el cuarto mundo puede ocurrir entre gente de la misma ciudad o el mismo barrio.
En la globalización, todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo pertenecemos a la sociedad de la información. Ahora bien, mientras los más privilegiados disfrutamos de sus ventajas, los menos afortunados solo padecen sus consecuencias.
COMUNICACIÓN Y PODER
Todo lo anterior significa que lo que podría considerarse una riqueza, es también un factor de riesgo, porque la expansión de las tecnologías de la información y la comunicación produce la integración cultural, mediante un modelo de globalización de la red que refuerza la sensación de pertenecer a una gran comunidad mundial, pero que como contrapartida conlleva la paulatina imposición de la cultura, el idioma, la tecnología y toda una serie de valores, por los países más poderosos, amenazando así la propia identidad de los países más débiles.
Otro elemento de riesgo y aceleración de las diferencias entre países es el denominado "imperativo tecnológico", que determina que la fabricación y uso de herramientas, sea el factor clave del progreso de la sociedad. Ello implica una colonización real de los países receptores y no fabricantes de tecnologías, y el aplazamiento consiguiente de su acceso a los últimos adelantos, a lo que hay que añadir la creencia de la omnipotencia de las tecnologías, es decir, de su poder de resolver los problemas, lo que no deja de ser una falacia.
Las dos circunstancias anteriores constituyen el mayor factor de desequilibrio económico, de desarrollo tecnológico y de acceso al control de la información, que ha existido nunca. Además, hacen que las distancias que existen desde siempre entre países pobres y ricos, sean mayores y que, lejos de corregirse, aumenten.
PROPIEDAD INTELECTUAL
El desarrollo de la web 2.0 ha transformado internet aumentando, aún más, el papel de los usuarios como productores de las aplicaciones y de los contenidos. Desde los años setenta ésta ha sido la regla de Internet y en los últimos tiempos se ha acelerado. Nuevos modelos de creación y recreación, nuevos modelos de negocio demandan una nueva definición de los derechos de autor de acuerdo con la evolución tecnológica.
En los últimos siglos el hombre ha sido testigo de la relación entre las tecnologías y las culturas cambiantes, y este cambio ha democratizado la cultura, ya que, gracias a la tecnología, casi todos tenemos acceso a las diversas formas de expresión. La ley, a través de la historia, ha adaptado sus principios a las tecnologías cambiantes, en la mayoria de los casos, de forma sensata.
Si pensamos en los derechos de autor, es evidente que es un concepto que ha cambiado sustancialmente en la era digital. A principios del siglo XX, la ley que protegía los derechos de autor no se preocupaba por las copias ilegales, porque solo podían hacerse con máquinas muy caras y que no eran comunes en la sociedad. A finales del siglo, la ley del copyright no se aplicaba al consumidor normal sino a las actividaes comerciales.
La tecnología digital ha dado un giro de 180º a esta situación, por muchas razones. En el mundo digital, el uso de cualquier trabajo creativo produce una copia en la memoria del ordenador. Además, al ser el uso de las tecnologías asequible y fácil para millones de usuarios de la red, las posibilidades de copia se multiplican. conviene incluso, tal y como declara Larry Lessing (2008), redefinir el concepto de copia para no "infringir la ley de derechos de autor cada vez que consumimos cultura".
Como ocurre tantas veces, no son las posturas radicales las que solucionarán el problema legal. Aún a riesgo de no satisfacer a nadie, se encuentran vías practicables a la vez que sensatas, que reconocen el derecho de los autores a la vez que el derecho de los consumidores. Un ejemplo es el proyecto del propio Lessing, Creative Commons, que ofrece a los autores la posibilidad de elegir la manera de expresar su creatividad,es decir, el autor decide la libertad que desea establecer para su creación. Pasando de "todos los derechos reservados" a "algunos derechos reservados", en palabras de Lessing. Una idea muy en consonancia con los tiempos posmodernos.
Como usuaria de la red y las TIC dispuesta a cumplir las leyes, pero que apuesta por una verdadera democratización de la cultura, digital o no, me parece importante encontrar soluciones de este tipo, abiertas y flexibles, que puedan defender los derechos de todos. Y desde luego estoy de acuerdo con Larry Lessing cuando habla de acabar con el "estigma de delincuencia" en este tipo de actividades.
PRIVACIDAD
Las redes sociales han cambiado y revolucionado las comunicaciones personales en la red superando la mensajería y los chats. Hemos debatido este semestre sobre dicho cambio y los riesgos para la privacidad que se derivan de este fenómeno. Pero esos problemas solo son una parte de los que aparecen por la propia configuración libre de la red. Puedes no pertenecer a ninguna red social y tus datos personales estar al alcance de cualquiera. Hace unos días localicé sin problemas la dirección y el número de teléfono de una persona con solo teclear su nombre. Esa persona me dijo que nunca había dejado sus datos en la web, era una persona mayor y no la usaba nunca, sus datos estaban tomados de la guía telefónica sin su permiso.
Y también en los últimos días hemos visto cómo la fotografía de un líder político era extraida de la red, manipulada y expuesta sin recabar su permiso, para fines que no sé cómo calificar y sin tener en cuenta los riesgos a los que se le exponía, incluso el de su propia vida.
En un artículo de Álvaro Colomer, publicado en el periódico "El Mundo", se explica cómo obtener toda clase de datos personales a través de Internet partiendo exclusivamente del nombre y apellido. Los ejemplos son reveladores:
- Trabajo y Estudios: En Internet se puede descubrir en qué universidad y Facultad estudió una persona, en qué empresa trabaja y hasta el capital social de esa empresa
- Dinero: Se puede averiguar el banco solo con teclear el DNI
- DNI: Si se teclea el nombre y apellidos en Google, se consigue el número del DNI
- Edad, Estado civil, Patria potestad: En los registros civiles se puede solicitar y conseguir el certificado de nacimiento
Si a esto añadimos las medidas de "seguridad" empleadas por los servicios de seguridad de los estados, como las escuchas telefónicas, los escáneres de los aeropuertos, etc., nos daremos cuenta de que el problema afecta a las tecnologías en sentido amplio y no solo a Internet y las redes sociales.
Así cobran sentido las palabras de Samuel Parra, uno de los consultores de seguridad privada más conocidos del país que declara en ese mismo artículo: "La tecnología ha supuesto un gran avance en nuestra cultura y desarrollo, haciéndonos la vida más cómoda. Pero en materia de seguridad e intimidad, esta misma tecnología puede y es utilizada para invadir nuestra esfera personal con mayor facilidad"